Mujeres denuncian al Opus Dei en Argentina por trabajo forzado y abuso. Testimonios revelan explotación, prácticas religiosas extremas y manipulación.
Un juzgado federal en Buenos Aires investiga una denuncia contra el Opus Dei por presunta trata de personas y reducción a la servidumbre, presentada por 44 mujeres. Entre los testimonios destaca el de Susana Lencina, quien cuenta episodios de trabajo forzado, prácticas religiosas extremas y aislamiento social desde los 16 años.
“Ser una numeraria auxiliar es dedicarte a las tareas domésticas. No podés estudiar, no podés ir a visitar a tu familia, no podés tener hijos, ni casarte, ni enamorarte. Es hacer una vida sacrificada de santa, confiándole a los santos, ir a misa, confesarte todas las semanas y usar un cilicio y una penitencia”, agrega Lencina.
Lencina asegura que fue reclutada en 1992 bajo la promesa de educación y progreso para su vida
Lencina terminó realizando largas jornadas laborales sin paga. Además, describe el uso obligatorio del cilicio, una cadena con púas que causaba lesiones en su piel, como parte de su rutina diaria. Su historia forma parte de la única denuncia aún vigente en una causa que abarca hechos ocurridos entre 1972 y 2015. “Un día les escribí una carta a mis hermanas. Les decía que busquen trabajo, que no sean vagas, cosas de un adolescente. Vino la directora y me dijo que no tenía que dirigirme de esa forma. Entonces me di cuenta de que me leían las cartas. Pasé de escribir una vez al mes, a cada tres meses, cuidándome con lo que decía. Cuando sentís que te están espiando, no te da ganas de nada”, afirma la denunciante.
Según la investigación, niñas y adolescentes de regiones vulnerables fueron llevadas a centros del Opus Dei
Las reclutadas debían realizar tareas domésticas y cumplir estrictas normas religiosas, como castidad y obediencia. Paula Bistagnino es una periodista argentina que dedicó años a investigar las denuncias de abusos de poder dentro de esa prelatura católica, señala que estas prácticas buscaban sostener una estructura jerárquica dentro de la organización.
El Opus Dei ha negado las acusaciones, argumentando que las reclutadas reciben un salario y que la participación en mortificaciones como el cilicio es voluntaria. Sin embargo, las denunciantes afirman lo contrario, señalando manipulación psicológica para mantenerlas en situación de explotación. Lencina describe cómo fue perdiendo contacto con su familia y enfrentó vigilancia constante. A los 24 años logró escapar, sintiéndose emocionalmente desamparada. Actualmente, junto a otras mujeres, busca justicia para visibilizar los abusos sufridos.
La causa continúa bajo análisis judicial mientras las denunciantes exigen que sus testimonios sean escuchados y reconocidos.
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