El veto a estudios médicos en Afganistán cierra oportunidades para las mujeres y pone en riesgo la salud de millones, en un país con alta mortalidad materna.
En Afganistán, las mujeres enfrentan un nuevo golpe bajo el régimen talibán: el veto a estudios médicos, incluyendo obstetricia y enfermería. Esta medida no solo cierra una de las pocas vías profesionales abiertas a las afganas, sino que pone en peligro la atención médica de millones.
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Las normas culturales y las estrictas reglas talibanes impiden que las mujeres sean atendidas por médicos hombres.
Uzma Zarifi, de 24 años, quien cambió de Administración de Empresas a estudios médicos tras el veto a la educación superior en 2022, expresó: “Esto es un golpe emocional muy grave. Perdimos incluso esta última esperanza de construir un futuro”.
El impacto es profundo.
En un país con una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo, las consecuencias de esta prohibición serán devastadoras. Según datos del Ministerio de Salud Pública afgano, unas 35.000 mujeres estaban matriculadas en programas médicos antes de la prohibición.
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La UNFPA advirtió en agosto que Afganistán necesita urgentemente 18.000 matronas para abordar su crisis sanitaria. Sin mujeres capacitadas, Tayaba, estudiante de enfermería de 26 años, se pregunta: “¿Quién tratará a nuestras madres, hermanas e hijas ahora?”
Organizaciones internacionales, como la ONU y Human Rights Watch, han condenado esta política y exigido a los talibanes que respeten los derechos humanos. Mientras tanto, miles de mujeres afganas temen un futuro sin acceso a salud básica ni oportunidades profesionales.
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