Las redes sociales afectan áreas del cerebro jóvenes, como la memoria, atención y regulación emocional, aumentando impulsividad y dificultad para tomar decisiones.
El uso excesivo de redes sociales está alterando el funcionamiento cerebral en los jóvenes, según María González de Gracias, neuróloga de Sanitas Hospitales. “Las áreas relacionadas con la memoria, atención y regulación emocional son las más afectadas”, explica. Además, el aumento de la impulsividad y la dificultad para tomar decisiones acertadas se han vinculado a este fenómeno.
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El impacto no se limita a las funciones cognitivas.
La exposición prolongada a contenido estresante o comparaciones sociales estimula el sistema límbico, elevando los niveles de ansiedad y depresión. También se ha observado un deterioro en los ciclos de sueño, ya que la luz azul de las pantallas reduce la producción de melatonina, fundamental para un descanso reparador y el desarrollo cerebral.
Para mitigar estos efectos, Sanitas propone estrategias prácticas, como establecer horarios libres de dispositivos, especialmente durante comidas o antes de dormir. “Limitar el uso mejora las interacciones familiares y la calidad del descanso”, afirma González.
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El uso de herramientas que monitorean patrones digitales también puede ser útil.
Estas aplicaciones ayudan a los usuarios a identificar el tiempo que pasan en redes sociales y a establecer límites saludables. Además, designar espacios libres de tecnología en el hogar fomenta una mejor comunicación cara a cara.
La experta advierte sobre la importancia de mantenerse informado sobre ciberacoso y los riesgos de compartir información personal en línea. Reconocer signos de dependencia, como irritabilidad al desconectarse o descuido de obligaciones, es clave para intervenir a tiempo.
Buscar apoyo profesional, ya sea en persona o mediante videoconsulta, es crucial para ayudar a los jóvenes a recuperar hábitos saludables y prevenir problemas como ansiedad, depresión o bajo rendimiento escolar.
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