@Justino José Rodríguez Tavera
El 8M nos recuerda los avances logrados y los desafíos pendientes en la lucha por la igualdad de género. La historia nos guía, pero el cambio exige acción constante.
Cada 8 de marzo, el mundo se viste de morado para conmemorar la lucha por los derechos de la mujer. Sin embargo, la historia de este día ha sido tergiversada o reducida a un simple homenaje, cuando en realidad es un recordatorio de las batallas libradas y de los desafíos que aún enfrentamos. La lucha feminista no es un tema del pasado; es una causa que sigue siendo urgente y necesaria.
Un camino lleno de resistencia y logros
El Día Internacional de la Mujer nació en la lucha obrera. En 1910, en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, se propuso establecer un día para reivindicar los derechos de las mujeres trabajadoras. A partir de entonces, este movimiento fue tomando fuerza en distintos países, impulsando derechos como el sufragio femenino, el acceso a la educación y la participación en el mercado laboral.
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Pero los derechos no nos fueron concedidos; fueron conquistados. Desde las huelgas de las obreras textiles hasta las marchas multitudinarias que hoy inundan las calles del mundo, las mujeres han demostrado que la igualdad no es un favor, sino una demanda legítima. Gracias a esa lucha, hoy muchas mujeres pueden votar, estudiar, trabajar y decidir en algunos países sobre sus propios cuerpos.
Lo que aún falta por conquistar
A pesar de los avances, la desigualdad persiste. Las mujeres siguen ganando menos que los hombres por el mismo trabajo, enfrentan violencia de género en múltiples formas y son subrepresentadas en espacios de poder. En muchos países, el acceso a la educación, la salud sexual y reproductiva y la seguridad siguen siendo privilegios en lugar de derechos garantizados.
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El feminismo ha evolucionado, adaptándose a los nuevos tiempos, pero su esencia sigue siendo la misma: luchar por la equidad. No se trata de una lucha exclusiva de mujeres; es una causa que debe involucrar a toda la sociedad. La igualdad de género no solo beneficia a las mujeres, sino que construye sociedades más justas, prósperas y humanas.
¿Cómo podemos seguir luchando?
El feminismo no es solo teoría, es acción. Para seguir avanzando en la conquista de derechos, es fundamental que cada persona tome un rol activo en esta lucha. Aquí algunas formas en que podemos contribuir:
- Educarnos y cuestionar: La información es poder. Conocer la historia del feminismo y los problemas que aún enfrentamos nos permite argumentar y actuar con conciencia.
- Denunciar y visibilizar: Callar ante la injusticia solo perpetúa el problema. Es necesario señalar las desigualdades, denunciar la violencia y visibilizar las luchas que siguen vigentes.
- Apoyar políticas de igualdad: La equidad de género no se logra solo con cambios individuales, sino con reformas estructurales. Es clave exigir leyes que protejan los derechos de las mujeres y que garanticen su aplicación efectiva.
- Aliarnos con otras mujeres: La sororidad es una de las herramientas más poderosas del feminismo. Apoyarnos unas a otras, escuchar nuestras voces y crear redes de apoyo es clave para avanzar.
- Incluir a todos en la conversación: La igualdad no es solo un asunto de mujeres. Necesitamos que los hombres sean aliados activos, cuestionen sus privilegios y se sumen a la lucha.
El 8M: más que una conmemoración, un llamado a la acción
El 8 de marzo no es un día de celebración, sino de reivindicación. No es suficiente recordar a las mujeres que lucharon en el pasado si no seguimos sus pasos en el presente. No basta con discursos si las acciones no reflejan el compromiso con la igualdad.
Hoy, como ayer, la historia nos llama a actuar. La lucha feminista no ha terminado y, mientras exista desigualdad, el 8M seguirá siendo un día de resistencia. Porque el futuro será feminista o no será.
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