Un estudio del Colegio de Químicos de Puerto Rico revela que la música de Bad Bunny estimula neurotransmisores como dopamina y oxitocina, generando placer y conexión.
La música de Bad Bunny no solo mueve multitudes; también activa neurotransmisores clave como la dopamina, serotonina y oxitocina, generando placer, bienestar y euforia. Así lo revela un análisis del Colegio de Químicos de Puerto Rico (CQPR), presentado como antesala a la serie de conciertos que el artista ofrecerá en el Coliseo de San Juan.
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“La gente no solo baila, también se conecta bioquímicamente”, explicó María Santiago Reyes, expresidenta del CQPR. La investigación no se centró en el espectáculo como tal, sino en la química cerebral y el impacto social y ambiental de estas experiencias masivas.
Música, salud mental y sostenibilidad
El CQPR destacó que estas presentaciones pueden fortalecer la salud mental colectiva al generar vínculos emocionales y un fuerte sentido de comunidad. Además, buscan aprovechar la atención del fenómeno Bad Bunny para educar sobre sostenibilidad, energía limpia y reciclaje.
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Los eventos de este tipo, recordó el gremio, generan residuos sólidos, emisiones por transporte y un alto consumo energético. Por eso, apoyan el uso de energía solar, baterías de litio y alianzas ecológicas en los conciertos.
Ciencia, arte y conciencia en un mismo escenario
El análisis formará parte del Congreso PRCHEM 2025, el evento científico más importante del Caribe, que se celebrará en San Juan del 30 de julio al 2 de agosto. Allí se debatirá cómo integrar ciencia, arte y sostenibilidad en la planificación cultural.
“Queremos que la ciencia entre en la conversación pública”, afirmó José A. Pérez, presidente del CQPR. “Si una canción puede mover multitudes, la ciencia puede orientar sus pasos”.
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