En el oscuro laberinto del Congreso Nacional, donde el nuevo Código Penal dominicano se cocina a puerta semi-cerrada, un comentario lanzado al aire como una broma podría estar revelando mucho más de lo que sus protagonistas quisieran admitir.
Una fuente creyente, y muy cercana a diferentes congresistas, me compartió que, durante una de las reuniones más recientes, un asesor técnico de la comisión bicameral se levantó airado ante una propuesta de modificación a los artículos sobre las causales, y declaró sin titubeos: “Ese texto no se puede cambiar porque es la propuesta del Arzobispado, y así debe quedarse”.
Este rumor no sólo me dejó pasmado, sino que también dejó sorprendidos a varios presentes —según relata nuestra fuente— por su contundencia. Pero también por lo que implica: la posibilidad de que un poder religioso esté dictando línea directa en la redacción de una ley penal que afecta a toda la población.
¿Qué se está ocultando? ¿Quién dio la orden de “no tocar más el tema”? ¿Y desde cuándo las propuestas de la iglesia se convierten automáticamente en texto legal? ¿Las leyes la escribe la jerarquía de la Iglesia o los legisladores elegidos por el pueblo?
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Una sombra sobre el proceso legislativo
Desde hace meses, distintas organizaciones, juristas y defensores de derechos humanos han denunciado la falta de transparencia en el debate sobre el aborto en el Código Penal, en especial el rechazo reiterado a que la República Dominicana tenga un mejor código.
Pero este episodio suma un nuevo nivel de gravedad: la subordinación explícita de una comisión legislativa a una institución religiosa y a una persona que no fue elegida popularmente para dictar qué debería ser y no ser ley en nuestro país. Y eso último sí que no es un rumor.
¿Puede una persona o institución fuera del Congreso imponer la agenda de la Iglesia en una comisión bicameral sin que nadie les detenga? ¿Qué otros textos del nuevo Código Penal han sido “inspirados” fuera del Congreso?
El país tiene derecho a saberlo. Porque si el silencio se impone en el Congreso, el verdadero escándalo no será lo que se dijo… sino lo que se permitió.
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