A Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, no le importa nada: ni la crisis humanitaria en Gaza le conmueve, ni le incomoda el cansancio de la comunidad internacional que cada vez se aleja más de él.
Netanyahu, en medio de una guerra personal
La crisis que se desató en Gaza desde octubre del año pasado, después de los ataques de Hamás en Israel, al parecer, se convirtió en algo personal para Benjamín Netanyahu. Todo empezó como una respuesta, si se quiere medianamente normal, a una agresión, pero con el paso de los días y meses se ha convertido en una muestra de agresividad y sevicia, un deseo inexplicable por demostrar poder sin contemplar la tragedia que viven los palestinos en Gaza mientras se les bombardea diariamente con la excusa de acabar con Hamás. Una excusa que, valga la pena destacar, ya cobró más de 35 mil vidas dentro de las que se encuentran las de miles de niños y mujeres inocentes.
La guerra personal de Netanyahu incluso ya le llevó a ser protagonista en esferas en las que, probablemente, no esperó encontrarse. De hecho, desde la Corte Penal Internacional se solicitó expedir orden de captura en su contra, una acción que pareció ofenderle y que lo impulsó a fortalecer su posición ya que desde Israel se criticó la medida y el propio Netanyahu declaró que nadie los iba a detener. Algo así como una amenaza cuando algo se torna personal.
El cansancio de la comunidad internacional
Uno de los pocos aliados que se mantiene firme con Israel es Estados Unidos, aunque, el mismo gobierno norteamericano ya ha tenido sus más y sus menos con Netanyahu, particularmente con la decisión de atacar Rafah, un territorio protegido en Gaza. Otros países y organizaciones internacionales ya han ido tomando posiciones más lejanas a Israel, entendiendo que la crisis humanitaria se salió de control y que es imperativo detenerse antes que la tragedia alcance niveles catastróficos.
La insistencia sobre lograr una tregua que ponga fin al conflicto es un rumor constante que no se cristaliza. Y bueno, parte de la razón es la férrea posición de Netanyahu en contra de alcanzar un acuerdo, ya que, sin importar las implicaciones, para el líder de Israel lo único que vale en este punto es la aniquilación de Hamás. Lo anterior, ha quedado en claro en las últimas escaladas militares sobre Rafah y la frecuente necesidad de los palestinos de movilizarse en función de no perder la vida en uno de los tantos bombardeos del ejército israelí.
En definitiva, este conflicto se convirtió en algo personal para Netanyahu, una guerra personal que día a día cuesta más vidas mientras se satisface el ego del primer ministro de Israel.
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