@Justino José Rodríguez Tavera
República Dominicana se enfrenta a uno de los peores chistes legislativos de los últimos tiempos: la posible aprobación del nuevo Código Penal. Este espectáculo grotesco y de mal gusto, no pudo ser escrito ni por los mejores guionistas de Hollywood que se quedan cortos al relatar la ineptitud, la decadencia y la falta de seriedad de nuestro congreso nacional que hace de la aprobación de cada ley una tragicomedia sinsentido.
Puntos a tener en cuenta
Empecemos con el hecho más absurdo y deprimente: el Código Penal no fue leído antes de su aprobación. En el Senado dominicano la lectura es opcional, un lujo del que pueden prescindir, las leyes son aprobadas sin conocer su texto.
¿Para qué molestarse en leer un documento que definirá el destino jurídico del país?
Al fin y al cabo, los senadores saben que las leyes que aprueban, no les serán aplicadas porque en República Dominicana la corrupción es la que comanda la justicia en dónde los senadores tienen un status especial.
Aprobar el Código Penal sin una lectura seria y profunda, permitió que el senado aprobara una legislación llena de errores y problemas de redacción, que generará un desastre sin precedentes. Artículos duplicados, capítulos y secciones mal numeradas, palabras repetidas y errores ortográficos que harían llorar al más paciente de los maestros serán las normas que definan cuando los dominicanos podemos perder nuestra libertad.
Al parecer, los senadores no encontraron mejor distracción que jugar al teléfono roto con el futuro de los dominicanos. La falta de seriedad y profesionalismo es tal, que no queda duda que la única función de los honorables senadores es calentar las sillas y cobrar su sueldo.
La prisa y el descaro con los que se está aprobando uno de los Códigos más importantes del país es un atropello a la democracia y al sentido común, es una bofetada a la cara de todos los que esperan un mínimo de decencia y seriedad en la conducción de los asuntos públicos.
Cuestionamientos políticos
Está claro que al Senado no le importa el bienestar del país, sino sus propios intereses. No hay escrutinio, no hay responsabilidad, solo un desfile de mediocridad que nos cuesta caro a todos.
Así que, queridos lectores, prepárense para la próxima temporada de esta tragicomedia legislativa. Porque mientras sigamos teniendo congresistas que no leen, no analizan y no se preocupan por el país, estaremos condenados a vivir en una república de chistes malos y leyes peor escritas.
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