Los astronautas Suni Williams y Butch Wilmore pasaron nueve meses en órbita debido a problemas técnicos con la nave Boeing Starliner, cuando su misión original debía durar solo ocho días. Ahora que han regresado, deben readaptarse a la gravedad terrestre tras un largo periodo en microgravedad.
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El impacto en el cuerpo humano tras misiones espaciales prolongadas ha sido objeto de múltiples estudios.
Frank Rubio, astronauta de la NASA, vivió 371 días en la Estación Espacial Internacional (EEI), rompiendo récords y proporcionando datos clave sobre cómo el cuerpo responde a la ingravidez. Su tiempo en órbita ayudó a analizar la pérdida de masa ósea y muscular, un problema crítico para misiones futuras.
Los astronautas pierden hasta un 2% de masa ósea por mes en el espacio
Lo que aumenta el riesgo de fracturas y dificulta la recuperación al regresar a la Tierra. Para contrarrestarlo, realizan rutinas diarias de ejercicio con resistencia, aunque algunos estudios sugieren que no es suficiente para evitar completamente la atrofia muscular.
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Otro efecto es el síndrome neuro-ocular asociado a los vuelos espaciales, que puede causar edemas y cambios en la visión. Además, la exposición a radiación cósmica aumenta el riesgo de problemas oculares y otras complicaciones de salud.
Estos hallazgos son esenciales para futuras misiones a Marte, cuyo viaje de ida y vuelta duraría aproximadamente 1.100 días. Con estos conocimientos, los científicos buscan mejorar la preparación de astronautas y el diseño de naves espaciales para minimizar los efectos adversos del espacio en el cuerpo humano.
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