@Justino José Rodríguez Tavera
Llevados por el fanatismo y los prejuicios, un pequeño sector de dominicanos quiere hacernos creer que hablar de excepciones en las leyes, en la vida cotidiana, es un pecado mortal y que deberíamos quedarnos callados sobre los casos que viven a diario las niñas dominicanas. ¡Algo de coherencia, señores!
Poco después de que se viralizara un video de Hony Estrella hablando del caso de “Magdalena”, personas que se auto etiquetan como “pro-vida” salieron a atacar la postura de esta mujer y enseguida la atacaron e incluso le hicieron comentarios de índole personal que no tenían que ver con el caso que exponía. Incluso hubo quienes afirmaron que la publicación hecha por Estrella era una postura cristiana falsa, cuando lo primero que nos enseñan a los cristianos es a amar al prójimo, a ser justos y compasivos, a ayudar a los más necesitados. Al parecer, ninguno de los opinadores profesionales que tenemos en las redes sociales dominicanas se tomó el trabajo de entender que el pedido hecho por la artista es tan simple como relacionar que para toda norma hay excepciones, y que si bien podemos hacerlo en otros casos, también es necesario para salvar la vida y proteger la salud de nuestras niñas que, además de todas las penurias que pueden atravesar en sus vidas por el simple hecho de haber nacido mujeres, también es necesario que las leyes tengan excepciones que permitan interrumpir un embarazo en situaciones críticas y peligrosas.
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La confusión que genera el radicalismo que, supuestamente, es “pro-vida”
Pese a que, visto desde una perspectiva amplia y sin prejuicios, el video de Hony Estrella tiene un claro mensaje en favor de la defensa hacer excepciones en casos fortuitos, los extremistas críticos del tema resolvieron tomar apartes de la historia contada por la actriz para, de alguna manera, tergiversar las cosas.
Pidieron desde la pena de muerte para los involucrados en estos casos; hasta la excusa de que las leyes y normas tengan excepciones “no salvarían la vida” de la víctima; obviando los efectos sociales, físicos y psicológicos que esto puede traer a una vida que apenas supera una década entre madre e hijo.
Promover la vida, señores, no puede ser simplemente abogar por que nazca una criatura, también tiene que ver con quienes viven con nosotros, quienes hacen parte de nuestras familias, el vecino y la vecina, y que ellos puedan, en casos de alto riesgo o peligrosos, tener la posibilidad de acceder a una excepción, así como cuando nosotros, como buenos cristianos, las hacemos para quitarnos el pan de la boca para dárselo al hambriento, dar el paso a quien tiene una emergencia o, incluso, salvar la vida de tantas “Magdalenas” que son apedreadas por quienes, claramente y como lo pregonó Jesús, ciertamente no están libres de pecado.
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