Liliana y su novio Emmanuel, estaban intentando cruzar la frontera de México-Estados Unidos por Río Bravo durante la noche, pues así seguramente sería más fácil camuflarse.
Relata Emmanuel, que Liliana en un momento parecía ahogarse, él intentó ayudarla pero desapareció en la oscuridad. El jóven, al ver la situación, decidió devolverse a la orilla para informar a las autoridades y familiares, y es así como comenzó la búsqueda de, tal vez, un cuerpo muerto.
El cuerpo de Liliana y la incompetencia
Posterior a que las autoridades realizaran una búsqueda sin éxito del cuerpo de Liliana, anunciaron la renuncia a sus trabajos, pues supuestamente, era más probable que ella se hubiera ido con un joven.
Don Pascual, el padre de la joven, ante estas actitudes, tomó las riendas del caso.
Logró obtener una lancha prestada y con un objeto largo se desplazó a través del río sin protección ni ayuda de nadie más, arriesgando su vida.
Tras algún tiempo encontró el bolso que llevaba su hija, así que siguió remando a lo largo del río hasta que logró ver un cuerpo flotando sin vida; se acercó y pudo confirmar que era ella. Don Pascual la amarró con un lazo a la lancha y la arrastró hasta la orilla.
Al bajarse, se sentó al lado de la lancha a asimilar lo que había recién vivido, haciendo su duelo.
“Descansa en paz mi vida, papá te encontró”
Declaraciones de Don Pascual
“Mi hija no estaba con nadie, estaba sóla en ese río” fue lo primero que mencionó a las autoridades tras su doloroso encuentro, pues éstas habrían querido abandonar sus labores con excusas fáciles y sin remordimientos.
Don Pascual se vio en la penosa tarea de cumplir la labor de las personas supuestas a protegernos. Claramente las instituciones no están preparadas para lidiar con una cuota suficiente de humanidad y compasión.
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