En el marco de una conferencia en la Universidad de Stanford, Javier Milei se refirió a temas de pobreza en Argentina. La polémica que ha generado en esta ocasión, recuerda su contradictoria posición sobre los derechos del otro.
Una frase que encendió la polémica
Pareciera un extraño talento el que tiene Javier Milei para hablar, en cualquier espacio, y encender la polémica. En esta ocasión, el actual presidente de Argentina habló sobre la pobreza en su país, pobreza que alcanza casi el 49%, y por la que, al parecer, él no tiene ningún tipo de interés. Milei, específicamente, sugirió que en algún momento la gente estará por morirse de hambre y allí algo tendrá que hacer. Eso sí, indicó que en esas circunstancias él no tendría que intervenir, que alguien lo resolverá.
Tal parece que Javier Milei no se ha enterado de sus responsabilidades como presidente de Argentina. ¿Qué estarán pensando los votantes de Milei, al ver cómo este se resta obligaciones de atención sobre quienes viven momentos difíciles? Las palabras de Milei recordaron el momento en el que dijo que las personas tenían “derecho a morirse” si no tenían dinero con qué comer. Para ese entonces, Milei indicó que cada persona tenía el derecho de hacer lo que se le diera la gana, incluso, morirse.
La curiosa concepción de los derechos para Milei
Esta polémica, que deja en evidencia lo poco y nada que está interesado Milei en las políticas sociales, cosa que es gravísima, también invita a pensar en ¿cuál es la real concepción de los derechos para Javier Milei? Mientras el presidente piensa que alguien tiene el derecho de morirse de hambre si no tiene plata, argumentando que cada quién debería hacer lo que se le da la gana, por otro lado, se opone a los derechos, entre otros, de la comunidad LGBTIQ+. Algo incoherente.
La incoherencia de Milei preocupa en la medida en la que se ha convertido en una bandera de su gobierno: usted tiene derecho a morirse de hambre, pero no tiene derecho a interrumpir un embarazo, por ejemplo; usted tiene derecho a morirse de hambre, pero no a ser parte de la comunidad LGBTIQ+, como bien claro quedó en el discurso del oficialismo después del asesinato de las mujeres lesbianas, cuando invalidaron el hecho de ser parte de una comunidad diversa.
¿Viva la libertad, carajo?
Allí es cuando se plantea la gente, ¿hasta dónde va esa libertad que profesó Milei para hacerse elegir como presidente? lo selectivo de su posición pareciera dejar a medias un mensaje que repite con insistencia pero que solo aplica cuando le conviene. El derecho a vivir es una circunstancia que preocupa a Milei solo cuando no tiene que responsabilizarse, si tiene que hacer algo, delega responsabilidad en los otros; el derecho a morir, en cambio, al parecer, le encanta porque para eso puede responsabilizar al resto y no debe mover un dedo. Un derecho a morir que bien podría ser de hambre, odio o lo que sea, una situación en la que cada persona puede “hacer lo que se le dé la gana”.
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