Bell y su marido, Julian, soportaron una agonizante espera para su operación tras aborto espontaneo.

Mujer enfrenta dolorosa espera para recibir atención médica tras aborto espontáneo debido a las restricciones de aborto en Georgia.

Avery Davis Bell vivió una espera angustiosa tras un aborto espontáneo en Georgia, reflejando los efectos de la restrictiva ley de aborto del estado sobre su salud.

Avery Davis Bell, de 34 años, enfrentó una dolorosa espera para recibir atención tras un aborto espontáneo en Georgia, Estados Unidos, debido a las restrictivas leyes sobre el aborto en su estado. A principios de octubre, Bell, genetista de profesión, fue hospitalizada tras sufrir hemorragias en el embarazo de un bebé muy deseado por ella y su esposo. 

Aunque los médicos sabían qué procedimientos requería para evitar una infección grave, la ley de Georgia les impidió actuar de inmediato.

Desde la anulación del derecho federal al aborto por la Corte Suprema en 2022, varios estados, incluido Georgia, impusieron estrictas limitaciones. Georgia prohíbe el aborto después de las seis semanas de gestación, excepto en casos de riesgo inminente para la madre. En el caso de Bell, cuyo embarazo estaba en la semana 18, los médicos tuvieron que esperar hasta que su salud se deteriorara para intervenir.

Bell soportó 24 horas de espera, tiempo durante el cual sufrió dolor e incertidumbre. “Solo quería superar esta emergencia médica”, comentó. Los médicos de Emory Healthcare en Atlanta, quienes tenían experiencia y formación para tratarla de inmediato, se vieron limitados por la ley que obliga a los profesionales a realizar trámites adicionales y someterse a periodos de espera en estos casos.

Las leyes de aborto en varios estados de USA han incrementado la mortalidad materna.

Un estudio del Commonwealth Fund muestra que la tasa de mortalidad materna en estados con restricciones aumentó dos veces más rápido que en estados sin dichas restricciones. Además, este tipo de normas afecta desproporcionadamente a mujeres negras e hispanas, que ya enfrentan mayores tasas de mortalidad materna.

Para Bell y su familia, el impacto emocional fue devastador. Además de perder al bebé, soportó el dolor de una espera innecesaria que considera “inhumana”. La Dra. Sarah Prager, miembro del Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, afirmó, “Todo el propósito de la medicina moderna es prevenir la enfermedad, así que empujar a la gente al borde de la muerte y sacarla de allí por culpa de alguna ley está mal, y aunque solo sea por eso, no siempre tenemos éxito”.

“Es cruel y devalúa la vida y la salud de la persona”, añadió.

Su esposo y ella, quienes se mudaron a Georgia para estar cerca de su familia, lamentan la experiencia y temen por quienes, sin sus recursos o formación científica, se enfrentan a barreras legales similares.

“Nadie debería pasar por esto”, dijo Bell, quien expresó gratitud por sus médicos y rabia por las leyes que dificultaron su atención médica.

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