@Justino José Rodríguez Tavera
El mensaje de “libertad”, tal como lo usan estos tres líderes, no se trata de una libertad democrática en el sentido clásico, sino de una independencia frente a regulaciones, organismos internacionales y políticas de derechos humanos.
La coincidencia de tres figuras tan distintas. Donald Trump en Estados Unidos, Nayib Bukele en El Salvador y Javier Milei en Argentina, hablando diferentes idiomas pero hablando el mismo idioma político. Esto no es casualidad. Al observar sus discursos, parece evidente que comparten más que una visión de cambio: están unidos por una estrategia de poder, una agenda común que podría transformar el rumbo de América. ¿Qué los une y por qué todos abordan temas similares?
Los discursos alineados: del “populismo de derecha” al “antigobierno”
El mensaje de “libertad”, tal como lo usan estos tres líderes, no se trata de una libertad democrática en el sentido clásico, sino de una independencia frente a regulaciones, organismos internacionales y políticas de derechos humanos. Con frecuencia, los tres denuncian el “intervencionismo” de otros países y abogan por una autonomía completa, algo que resuena en sectores conservadores que desconfían de la globalización y sus efectos. Además, esta postura les permite conectar con una población que siente que sus gobiernos han fallado como en Argentina, y que encuentra en figuras autoritarias, nacionalistas o extremas una posible solución.
La guerra contra los derechos humanos y los discursos de seguridad
La supuesta independencia que proclaman no se limita a la economía. Tanto Trump como Bukele y Milei han mostrado una actitud crítica hacia los derechos humanos en su sentido más amplio. Trump y Bukele, en particular, han defendido tácticas que organismos internacionales denuncian como violaciones a los derechos humanos, justificándolas bajo la promesa de mantener el “orden” y la “seguridad”. Para Bukele, esto se traduce en un enfoque extremo contra las pandillas en El Salvador, que lo ha hecho popular en ciertos sectores que claman por paz y justicia rápida, sin detenerse en procesos judiciales.
Milei, aunque ha centrado más su discurso en la economía, también sostiene una postura de “mano dura” frente a las manifestaciones sociales, y ha sugerido que la solución a la crisis argentina incluye acabar con las protestas que él percibe como un obstáculo para el desarrollo económico.
En este contexto, la estrategia de alinearse con el sector empresarial y militar no solo les permite mantener el control sobre sus sociedades, sino que también desvía la atención de temas de derechos humanos hacia los logros de “seguridad” o “prosperidad”. Al presentar sus acciones como un sacrificio necesario por la seguridad, logran justificar un autoritarismo que evoca, para muchos, el de otros líderes históricos que también se autodenominaban “salvadores”.
¿Hacia dónde va esta unión? El papel de la geopolítica y las conspiraciones
No es difícil pensar en teorías de conspiración que sugieren una coordinación entre estos líderes con ciertos sectores de poder que buscan desafiar las estructuras establecidas. La alineación con figuras como Elon Musk no es solo una casualidad. Musk, uno de los empresarios más ricos del mundo y aliado de Trump, representa una influencia externa que, si bien no participa activamente en la política de estos países, sí tiene interés en su futuro económico y político.
Además, los intereses de Estados Unidos y la posible influencia de la segunda administración de Trump en la región no deben pasarse por alto. Con Trump como aliado, Bukele y Milei podrían tener una especie de “escudo” ante críticas internacionales, y el apoyo de empresarios que los ven como la entrada a nuevas oportunidades comerciales y tecnológicas.
Finalmente, aunque los tres líderes parecen estar alineados con una agenda similar, existen muchas preguntas sin respuesta. La cercanía con figuras poderosas, el rechazo a los organismos internacionales, y el ataque a los derechos humanos con el pretexto de “orden y seguridad” crean una narrativa preocupante en la que la democracia podría estar en riesgo y el autoritarismo estaría en cabeza. La pregunta es si este movimiento, que parece estar tan unido por ideas ultraconservadoras y discursos extremos, realmente busca el beneficio de sus naciones o simplemente obedece a una alianza para centralizar el poder y consolidar la influencia de ciertos sectores económicos y empresariales.
Si este trío de líderes continúa avanzando con estas políticas, América Latina podría enfrentar una transformación sin precedentes, donde la democracia y los derechos humanos se conviertan en uno de los mayores obstáculos en el camino hacia un futuro dirigido por las élites empresariales.
Te puede interesar: Trump y el Aborto: ¿El conservadurismo a favor de las tres causales?