Para nadie es un secreto Nayib Bukele controla todo en El Salvador. Lidera el ejecutivo, controla el poder legislativo y la Fiscalía del país está a su servicio para perseguir a sus detractores.
Bukele, mi pequeño dictador
Aunque muchos sigan insistiendo y exaltando la figura de Nayib Bukele como líder, incluso sugiriendo que países de la región deberían tener presidentes como él, lo cierto es que con el paso de los días su imagen dictatorial se fortalece y toma más forma. Hace pocos días, y tras cambiar la constitución en El Salvador, Bukele se posesionó para su segundo mandato en un evento en el que hizo derroche absoluto de su egocentrismo.
Claro, independientemente del valor simbólico que haya detrás de su vestimenta napoleónica y discurso de salvador y mártir, lo realmente importante con Bukele y su talante de dictador son las acciones que ejecuta desde su posición como presidente:
- Persecución a la oposición
- Poco respeto de los Derechos Humanos
- Abuso del poder militar
Una serie de circunstancias que se criticaría en otros países pero que con el nuevo “rockstar” de la política pasan por alto.
El control de la Fiscalía en El Salvador
La institucionalidad le responde a Nayib Bukele. El control que el presidente ejerce sobre las ramas del poder es casi absoluto. Sus decisiones al frente del ejecutivo no se discuten, así como sus deseos siempre se tramitan en la rama legislativa. Sobre el espacio judicial no había muchas dudas de su control, aunque últimamente se han venido destapando algunas cartas que dejan en evidencia la forma en la que opera la Fiscalía en El Salvador y la manera en la que, a conveniencia de Bukele, opera este órgano acusador.
Algunas denuncias señalan que el aparato judicial, encabezado por la Fiscalía, funciona sin pruebas y con testigos falsos. La cosa es sencilla: usted no está con Bukele, lo acusa o habla mal de él, prepárese para ser capturado. Y lo pueden capturar por una conversación en redes sociales o por una denuncia falsa en cualquier diario oficialista. Los casos están a la orden del día, basta con conocer la historia de Alejandro Muyshondt o la más reciente captura de algunos veteranos de guerra a quienes acusaron de planear atentados en el acto de posesión de Bukele. ¿Las pruebas? De papel y sin posibilidad de discutirlas por el conveniente y prolongado régimen de excepción.
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